Bitácora de un viaje a Urabá
Después de reflexionar sobre la situación actual de la educación en nuestro país e identificar la desigualdad en diversas regiones, decidí recorrer el camino hacia una región desconocida y unirme al sueño de Enseña por Colombia para transformar esa realidad.
Salí de Bogotá con una maleta cargada de ilusiones, dejando amigos y amores en el camino, fue una decisión bastante difícil.
"Los plátanos son muy baratos", "Es una zona caliente", esas fueron las expresiones que escuché sobre el Urabá. Poco a poco cada una de esas expresiones fueron cobrando algun sentido y otras se convirtieron en simples imaginarios que se rompieron al ver las sonrisas de las personas que habitan este territorio.
De esa manera, inicié la travesía que duró dieciocho horas desde el centro del país hacia un destino bastante olvidado en el mapa: Chigorodó. Municipio ubicado en el noroeste del Urabá antioqueño, con geografía chocoana y tradiciones antioqueñas, reconocido como el "Río de Guaduas".
Un pueblo apenas visible en el mapa, desconocido para la mayoría, pero con mágicos colores. La carretera me recuerda los viejos caminos de Macondo. Nunca se sabe cuando vas a caer al abismo.
La primera impresión del pueblo impregna un rasgo de desolación y tristeza. Tonos grisaceos, calles sin pavimentar y algunos carros viejos. Pero al ver los niños y niñas que corren descalzos y juegan por doquier puedes comprender que no todo lo que dicen sobre esta región es cierto.
A pesar de ser un pueblo pequeño es bastante acogedor. Sus habitantes son amables y al caminar por los diferentes senderos te das cuenta que siempre habrá una persona dispuesta a ayudar.
El ritmo de las grandes ciudades es completamente distinto. El tiempo transcurre rápidamente y se tienen mayores posibilidades de llegar a casa colerico.
El monstruo -indiferencia- se apodera de los citadinos que transitan por la selva de cemento, estresados por la poca calidez que se les roba sus quimeras y las buenas costumbres.
Urabá para mi es sinónimo de sueños, buenas ideas y personas con ganas de nadar contra de la corriente.
Este es el inicio de una bitácora que pretende recopilar mi experiencia como profesora transformadora en un colegio de Urabá. Así comienza esta historia. Pronto los relatos más importantes serán los de los niños y niñas de esta región.